La Vorágine
Reseña
Teniendo como impronta a la naturaleza, el escritor colombiano José Eustasio Rivera (1888-1928) desarrolla, desde muy temprano, una vena poética y narrativa. Más adelante, influenciado por el Romanticismo y el Modernismo, crea su propio estilo con “desconcertante naturaleza híbrida”, al decir de Eduardo Neale Silva, su biógrafo y uno de sus críticos más notables.
José Eustasio Rivera, integrante a su modo de la generación del Centenario, crea, con La vorágine (1924), un relato entre realista y lírico, una novela de alguna manera biográfica en la que plasma el horror y la violencia del genocidio indígena, provocado por la fiebre del caucho, ocurrida a finales del siglo xix y principios del xx.
Con La vorágine –la novela más importante de la literatura colombiana, como lo afirma Pablo Montoya en el prólogo a esta edición–, Rivera confiere a la selva amazónica un lugar primordial. En su estado más puro, resulta aterradora para quienes entran a ella para expoliarla.
Hacia ese “infierno verde” son atraídos Arturo Cova y Alicia Hernández, con su romance turbulento, y Clemente Silva, el padre que busca a su hijo desaparecido. Pero en estas páginas también emerge el inmoral Barrera, que con engaños lleva a los trabajadores a las caucheras; Griselda y Zorayda Ayram quienes rompen esquemas femeninos; el mulato Correa, el Catire, y tantos más que aparecen absorbidos por la fuerza de ese remolino implacable que es La vorágine.
A cien años de su publicación, esta novela es un clásico de la literatura hispanoamericana (que en Colombia desde 1867 solo correspondía a María de Jorge Isaacs), junto a Los de abajo de Mariano Azuela, Los ríos profundos de José María Arguedas y Yo el Supremo de Augusto Roa Bastos, entre otros.